La ansiedad es una emoción normal que necesitamos para sentirnos activos o para escapar de situaciones de peligro. Sin embargo, cuando los niveles de ansiedad son elevados, las personas presentan síntomas físicos y pensamientos anticipatorios y catastrofistas, que incrementan su malestar. La persona entra en un “circulo vicioso” entre pensamiento y emoción del que le resulta difícil salir. 

Pero, ¿Cuándo hablamos de trastorno?

• Cuando ocurre en momentos inapropiados
• Ocurre con frecuencia
• Es de tal intensidad y frecuencia que interfiere en el desarrollo habitual de la persona

• Síntomas físicos: dolor de cabeza, tensión muscular, sensación de ahogo, dificultad para respirar, sensación de angustia, naúseas, mareos, vómitos, dolor de estómago, aumento de irritabilidad y de conductas impulsivas, pensamientos anticipatorios y catastrofistas: “me va a pasar algo”; “voy a tener un accidente”; ¿Y si no le caigo bien al resto del grupo?

El miedo a la aparición de síntomas de ansiedad produce una respuesta súbita e intensa de ésta, que acaba desembocando en una crisis de ansiedad.

Nuestro método de trabajo consiste en la evaluación a partir de entrevistas semi estrucutradas y el apoyo en pruebas psicometricas que consideremos oportunas, teniendo siempre en cuenta la personalidad de la persona para ofrecerle un tratamiento individualizado acorde a sus características de personalidad.

• Episodios reiterados de reexperimentar el trauma.
• Sensación de entumecimiento y embotamiento emocional, desapego de los demás, falta de capacidad de respuesta al medio, anhedonia y evitación de actividades y situaciones evocadoras del trauma. Suelen temerse e incluso evitarse las situaciones que sugieren o recuerdan al trauma.
• Estado de hipervigilancia, incremento en la reacción de sobresalto e insomnio.

• Los síntomas se acompañan de ansiedad y/o depresión, y no son raras las ideaciones suicidas.